Las leyendas encierran mitos y creencias sobre orígenes y costumbres de los pueblos, que se han ido conservando muchas veces por tradición oral, y son propiedad de todos, aunque hay diversas versiones y adaptaciones.
LA CUEVA DE LOS TUÉ TUÉ
A dos kilómetros hacia el oriente de Graneros está el "Cerro Grande", el mayor de todos, cubierto por péumos, espinos y litres, es el último en despedir el sol poniente. Abajo crecen arbustos que adornan las campiñas.En el pequeño flanco, casi en la cima del monte, existe una cueva en la que entran los viernes, cientos de "chonchones" que se conocen también con el nombre de "Tué-Tué", por ser éste el grito característico de esta ave nocturna, parecida a la lechuza, que encarna a los brujos.
La entrada de la caverna, que antes permanecía abierta, ahora está cerrada. Tiene a su alrededor una pequeña partidura redonda, especie de timbre, que tocan los brujos cuando llegan para abrir la puerta. Han tomado esta precaución, según ellos, porque la gente de hoy es más intrusa y curiosa que la antigua.
Los Tué-Tué, convertidos en brujos entran uno por uno y se van descolgando por la cavidad subterránea hasta llegar al "salón" donde se reúnen y tratan los acontecimientos últimos de su secta.
Concurren a la cueva de "Cerro Grande", brujos de, Machalí, Doñihue, Larmahue, Graneros, Rengo, Rancagua, Almahue Viejo, Rinconada, Cerrillos, Quinta, Coltauco y Tagua Tagua, los que al despuntar el alba empiezan a salir. Su griterío se escucha a lo largo y ancho de la comarca; entonces los pobladores, para que no se acerquen dicen: "Martes hoy, Martes mañana, Martes toda la semana".
Y según las creencias, si alguien los siente y les ofrece alimentos o prendas de vestir, vuelven al día siguiente convertidos en seres humanos a cobrar lo ofrecido y en caso de que no se acceda, la burla es castigada con males o enfermedades que sólo curan las "machis".
LA TIRANA
Cuenta la leyenda que en el otoño de 1535, salió del Cusco, rumbo a Chile, el conquistador Diego de Almagro, con unos 500 españoles y diez mil indígenas. Entre ellos llevaba, como rehenes, a Huillac Huma, último sumo sacerdote del culto del sol, con su hermosa hija de 23 años, la Ñusta (princesa).
La joven logró huir y se refugió con algunos seguidores en un oasis de la Pampa del Tamarugal, que dominó a sangre y fuego. Ejecutaba sin piedad a todo extranjero o indígena bautizado que cayera en sus manos. La llamaban la “Tirana del Tamarugal”.
Pero... un día apareció un joven y apuesto minero, Vasco de Almeida. La Ñusta se enamoró perdidamente e inventó la forma de demorar su muerte.
Tal era su amor, que, en los meses que siguieron ella se convirtió al cristianismo y él la bautizó. Cuando sus seguidores descubrieron su traición, los mataron a ambos bajo una lluvia de flechas.
Años más tarde, un evangelizador español descubrió entre las ramas de tamarugos una tosca cruz de madera. Enterado de la tragedia, levantó en el lugar una capilla.
EL TRAUCO
El Trauco, Thrauco o Chauco es un hombre pequeño de no más de 65 cms. de estatura o una vara de alto como dicen la Chiloé.
Fornido y de caminar lento por la falta de dedos y talones en los pies, se ayuda para caminar con una pequeña vara llamada Pahueldon o aveces con una hacha de piedra llamada Toki.
Su fuerza es tan grande que con 3 hachazos puede derribar un arboles sin importar el grosor de estos.
Vive en los huecos de los árboles y se viste de quilineja y musgos del bosque. Le gusta comer murtas y le encanta contemplar el paisaje desde la altura colgando de la rama de algún árbol.
Se cree que fue un espiritu que no alcanzó entrar al infierno. Odia a los hombres y mujeres que andan por sus dominios en las espezuras del bosque, donde el es el amo y protector. Si se encuentra con ellos puede llegar a torcerlos con la mirada, o matarlos según sea la situación.
Tiene como pareja a la Trauca, también llamada Fiura, con quien recorre el bosque, y cuando está seguro de que ella está lejos empieza a buscar las mujeres virgenes que se aventuran a recorrer solas sus dominios.
Cuando encuentra una mujer transforma su bastón, el Pahueldún en una flauta, con la cual sopla a las mujeres atontándolas para luego encantarlas con su sensual mirada. Una vez adormecidas goza de ellas produciendoles un embarazo instantáneo. Los hijos nacido de esta relación, son llamados al bosque para sustuir a su padre cuando él ya no esté.
Si por una fatal casualidad nos encontramos con el de frente, es preferible no mirarle a los ojos, ya que esto significaría quedar torcido e inválido al instante. Pero si eres rápido y de mente veloz, puedes tirarle un puñado de arena a los ojos, este de inmediato queda extasiado contando los granos de arena, y puedes aprovechar huir en ese instante.
Se dice también que nunca se interesa en mujeres casada, y que cuando está interesado en alguna mujer, deja sus excrementos de color amarillo a la entrada de de la casa de las muchacha.
EL CALEUCHE
Cuenta la leyenda que el Caleuche es un buque que navega y vaga por los mares de Chiloé y los canales del sur.
Está tripulado por brujos poderosos, y en las noches oscuras va profusamente iluminado. En sus navegaciones, a bordo se escucha música sin cesar. Se oculta en medio de una densa neblina, que él mismo produce. Jamás navega a la luz del día.
Si casualmente una persona, que no sea bruja se acerca, el Caleuche se transforma en un simple madero flotante; y si el individuo intenta apoderarse del madero, éste retrocede. Otras veces se convierte en una roca o en otro objeto cualquiera y se hace invisible.
Sus tripulantes se convierten en lobos marinos o en aves acuáticas.
Relatan que los tripulantes tienen una sola pierna para andar y que la otra está doblada por la espalda, por lo tanto andan a saltos y brincos. Todos son idiotas y desmemoriados, para asegurar el secreto de lo que ocurre a bordo.
Al Caleuche, no hay que mirarlo, porque los tripulantes castigan a los que los miran, volviéndose la boca torcida, la cabeza hacia la espalda o matándole de repente, por arte de brujería. El que quiera mirar al buque y no sufrir el castigo de la torcedura, debe tratar de que los tripulantes no se den cuenta. Este buque navega cerca de la costa y cuando se apodera de una persona, la lleva a visitar ciudades del fondo del mar y le descubre inmensos tesoros, invitándola a participar en ellos con la sola condición de no divulgar lo que ha visto. Si no lo hiciera así, los tripulantes del Caleuche, lo matarían en la primera ocasión que volvieran a encontrarse con él. Todos los que mueren ahogados son recogidos por el Caleuche, que tiene la facultad de hacer la navegación submarina y aparecer en el momento preciso en que se le necesita, para recoger a los náufragos y guardarlos en su seno, que les sirve de mansión eterna.
Cuando el Caleuche necesita reparar su casco o sus máquinas, escoge de preferencia los barrancos y acantilados, y allí, a altas horas de la noche, procede al trabajo.
LA PINCOYA
En una sola mujer descansa la suerte de los pescadores de la isla de Chiloé. Se trata de una sirena conocida como La Pincoya, cuya misión está profundamente ligada a la femineidad: fecundar a todos los seres vivos del mar. Así, la abundancia o escasez de peces y mariscos dependerá de sus bondades. Cuando la Pincoya sale de las profundidades del mar cada mañana y comienza su danza con los brazos extendidos mirando al mar, corresponde al anuncio de que la pesca será abundante. Por el contrario, si baila en dirección a la costa significa que los peces se alejarán. Se supone que esto sucede cuando la sirena ha estimado necesario arrastrar las riquezas del mar hacia otras zonas más necesitadas.
Para que los pescadores sean favorecidos por la Pincoya deben mantener una actitud positiva, alegre y de compañerismo. Además, deben rotar los sitios en donde pescan, ya que el abuso de extracción en un mismo lugar es considerado un motivo de enojo para la Pincoya, quien decide abandonar esa zona dejándola estéril.